San Rafael De Guatuso, Costa Rica. – En las faldas del volcán Tenorio, cerca del cauce del río Celeste, el pueblo indígena maleku reclama recibir los beneficios que asegura le corresponde, generados por el próspero circuito de ecoturismo en el norte de Costa Rica.
El río ofrece un espectáculo visual por sus aguas de aparente color turquesa, una laguna y una cascada de más de 30 metros, que cada día recibe un millar de visitantes de todo el mundo.
Pero los visitantes que acuden al Parque Nacional Volcán Tenorio no llegan hasta la comunidad cercana de Palenque Margarita, donde los nóveles emprendedores maleku encuentran circuitos de ecoturismo basados en su cosmovisión.
Ceremonia indígena
«Nuestro tour consiste en una caminata de plantas medicinales, tiro con arco, clases de arte, una ceremonia tradicional maleku con vestido indígena y todo en la lengua maleku, y un almuerzo típico costarricense», explicó a la AFP el emprendedor indígena Dagoberto Elizondo, de 52 años.
Las calles son de arena y carteles en español, inglés y maleku jaica animan al visitante a experimentar el ecoturismo desde otra perspectiva.
Sin embargo, los autobuses que descargan docenas de turistas en las puertas del parque nacional no llegan hasta la comunidad, a pesar de que la propia carretera nacional que conecta ambos lugares se conoce como la «ruta maleku».
El tour de Dagoberto cuesta 65 dólares por persona, pero hay meses que no recibe a nadie, reconoce bajo el techo de palma de la tradicional casa maleku donde se acumula el humo con aroma a los granos de cacao que se asan a fuego lento.
«En los territorios indígenas de Costa Rica casi no hay trabajo, ¿cómo va a sobrevivir? Todo es dinero ahora», reclama.
Los maleku son uno de los ocho pueblos originarios de Costa Rica, que juntos representan el 2,4% de los 5,2 millones de habitantes del país.
Ilusión óptica
El Parque Nacional Volcán Tenorio, de unas 18.000 hectáreas, es un atractivo natural de frondosos bosques con infinitos tonos verdes, plagado de especies de anfibios, reptiles, aves y mamíferos, con el río Celeste como joya de la corona.
El río nace de la confluencia de los ríos Quebrada Agria y Buena Vista, que descienden del volcán Tenorio revelando la ilusión óptica que hace que sus aguas se vean de color turquesa.
«Estos ríos vienen (con) una alcalinidad alta (…). Tenemos carbonato de calcio, cobre y uno de los principales (minerales) se llama silicato de aluminio, que a la gran dispersión de la luz crean una reacción óptica para el humano», indicó el guía Félix Rojas.
Los turistas toman fotos en la espectacular cascada y los guías los conducen por los senderos mientras les explican, en distintos idiomas, los tipos de plantas y animales que se encuentran en el recorrido.
«Este Parque Nacional Volcán Tenorio es un área maleku indígena», reconoce Rojas.
Lugares sagrados
La ubicación remota de la comunidad es su desventaja y los maleku se quejan de que el gobierno se beneficia de los ingresos del parque nacional sin tenerlos a ellos en cuenta. Esas 3.000 hectáreas de tierras son un reclamo del territorio maleku originario.
En la actualidad, apenas hay tres comunidades en el 41,3% de esas tierras, según la organización de derechos humanos Grupo Internacional de Trabajo sobre Asuntos Indígenas (IWGIA).
«Lo perdimos, ahora es del gobierno. A los gobiernos de Costa Rica no (les) interesan casi nada las culturas indígenas», afirma Dagoberto.
La comunidad no participa ni obtiene beneficio económico de ese ecoturismo, a pesar de que Costa Rica suscribió la Declaración de la ONU sobre Derechos de los Pueblos Indígenas y el Convenio 169 de la OIT sobre derechos a la tierra.
El río y el volcán son «lugares sagrados» maleku, explica a la AFP Jenny Lacayo, emprendedora indígena de 50 años, quien también creó un negocio «cultural y turístico» en su casa del Palenque Margarita.
Cuando un indígena maleku va a morir elige el lugar donde quiere que viva su alma, principalmente la cabecera del río Celeste o el volcán Tenorio, cuenta Jenny.
La cosmovisión maleku exige que para entrar a la zona del parque nacional el visitante debe purificarse con cacao (fruto sagrado para los indígenas), pero nadie explica eso a los turistas que visitan el río y el volcán.
«Un no indígena no comprende (…), no sabe de esa espiritualidad», agrega la emprendedora, quien destaca el valor agregado que supondría integrar al pueblo maleku en el circuito del ecoturismo.
Por Alberto Peña Fotos: Ezequiel Becerra
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